¿Oveja negra o chic@ libreto?

¿Oveja negra o chic@ libreto?

¡Todos pagamos facturas!

¡Soy el favorito o la chica libreto! ó ¡Soy la oveja negra de la familia!

Te has preguntado ¿cuál es el costo que cada uno pagamos por tal o cual rol dentro de nuestra familia?

Toda moneda tiene dos caras. Y tanto el chico o chica modelo como el proscrito o proscrita paga facturas de familia. Algunas conscientes y otras inconscientes. A simple vista, parecería que “las ovejas negras” son los que sufren las condenas del sistema familiar, pues son los permanentemente tachados, los que no calzan o encajan dentro del engranaje y van por la vida generando conflicto. Esto constituye una frecuente verdad y tiene consecuencias como aislamiento, baja autoestima, a veces vacío existencial como fruto del escaso afecto y valoración del medio familiar, entre otros.

Sin embargo, no solo los chicos “ovejas negras” pagan precios altos. Los hijos modelos o chicos de libreto no están excentos de pagar sus propias facturas. Para mantener los altos estándares que portar el título de “favoritos o ejemplos a seguir” requiere, se someten de modo “personal y constante” a intenso stress o distress, que es el término correcto para referirnos a un exceso de alerta. Siempre persiguiendo notas altas, ser mejores alumnos de la clase,  estar a tono con las circunstancias sociales y a punto para satisfacer las demandas del medio. Poco a poco su brújula propia se va atrofiando y la máscara engrosa significativamente hasta convertirse en auténtica coraza que les impide conectar consigo mismos. El vivir hacia afuera de modo permanente, en pro del elogio y el halago a costa incluso, y no en pocas ocasiones, de sus propios pareceres,  erosiona su autenticidad y crecimiento autónomo.

La familia puede ser un espacio de contención, afecto, aprendizajes pero también de etiquetas, tachaduras de nuestro ser y caldo de cultivo para complejos y creencias disfuncionales sobre nosotros mismos y el mundo.

A lo largo de nuestra historia personal, la familia ocupa un lugar tan destacado, porque desde niños, nos acostumbra a cumplir las normas, reglas y modelos impuestos por la sociedad o por aquello que los adultos categorizaban como “bueno, óptimo, correcto, necesario, justo”. Y aunque suene durísimo, la familia, en muchas ocasiones nos “domestica” como a una mascota y esto queda grabado a sangre y fuego en cada uno.

Lo verdaderamente grande de ser adultos es que tenemos la posibilidad de elegir y actuar con la libertad de la que el niño o niña carece. Ser libre, no es hacer todo aquello que se me venga en gana, sino ejercer la capacidad de decisión que tenemos como seres humanos y el uso de nuestra inmensa capacidad para conocer, aprender, entender y elegir.

Identificar aquellas zonas de potencialidad así como las de disfunción que tu familia presenta, te permitirá integrar de modo consciente aquellos patrones familiares funcionales y honrarlos, así como poner fin a aquellos  patrones de comportamiento inconscientes y disfuncionales que te afectan y si no los trabajas, afectarán a tus desccendientes sin duda alguna.

Te invito a que mires a tu alrededor, y observes cuánto se repite dentro de una familia: divorcios, enfermedades, quiebras económicas, personas sin pasión que dejan desvanecer sus propios sueños, personas que no se creen merecedoras de amor, de abundancia afectiva y material, personas que viven esclavos modernos de tiranos reales o imaginarios que son parte de su clan familiar, padres o madres que siguen patrones de imposición o agresión con sus hijos, esposos o esposas atrapados en círculos de violencia, naturalización de conductas agresivas tanto físicas como simbólicas, hombres o mujeres que no se sienten merecedores de una vida mejor.

No seas de los que se conforma con “lo que le tocó”. La vida, al fin de cuentas es lo que hacemos con nuestro día a día, y no basta tener el deseo de querer una vida mejor; es vital entender tus  coordenadas para poder marcar el inicio de un nuevo camino y un nuevo destino.

Hacer tu Genograma, no significa rechazar tus raíces, tampoco identificar culpables, sino  llegar a un entendimiento de tu historia y desde ahí plantear soluciones que te fortalezcan y te permitan abandonar  tus creencias limitantes, evitar repetir patrones de conducta y dar un giro de timón a tu historia y a la de tus ancestros.

 

Marianela Ruiz Cabezas

Quito, 28 de Julio de 2020

 

 

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