Podemos ver la celebración de San Valentín como un acto más del consumismo reinante o como una oportunidad para marcar un hito gracias al rito que implica toda celebración realizada con sentido.
Amar y ser amado suele ser una de las mayores aspiraciones y una forma de autorrealización pues no hay persona inmune a los problemas que la experiencia amorosa trae consigo.
Y cuando hablamos de experiencia amorosa, nos referimos al amor filial, al amor de pareja y al que se da entre amigos. No se enseña a amar, se educa para amar y nos falta mucho como sociedad para mantener vigente este tipo de educación.
Existe una suerte de aprestamiento afectivo, una serie de prerrequisitos que permiten al amor surgir, crecer y mantenerse.
¡A veces pasamos buscando el amor, pero ocurre que este no se busca, se encuentra!
Existen también casos en que el amor pasa frente a nosotros y no lo vemos ya que el miedo, las inseguridades, los mitos, la depresión y el estrés crean una ceguera y nublan nuestra visión.
La cultura nos ha vendido, o mejor, publicitado, una idea romántica del amor a través de frases como: “Dios es amor, todo lo bueno es amor, el amor todo lo puede, el amor es eterno, inagotable, incondicional, entre otras”. Y el efecto es creer que el amor es magia y que todo lo puede. He aquí una de las causas de que el amor se convierta en una atadura, en una dependencia que acaba por estrangular el afecto.
Ocurre que partimos de una falsa creencia que nos hace añorar “un nirvana sentimental” donde todo es bello pero dista de la realidad a construir. Una edificación que comienza por la primera de las relaciones: la que tenemos con nosotros mismos y luego sigue a las diversas interacciones.
Buda decía que la otra cara del amor es el miedo. En nombre del amor, matamos, nos suicidamos, peleamos, manipulamos y hasta nos anulamos dado el alto nivel de ansiedad que puede el amor generar en cada uno de nosotros.
Desmitificar el amor y aportar a la comprensión de que amar a otro ser es un proceso complejo que implica gozo y también dolores así como virtudes a desarrollar es el objetivo de este blog.
Las relaciones amorosas que se construyen con bajas dosis de realismo no son de buen pronóstico hace falta una importante dosis de predisposición a integrar el lado obscuro del amor.
Lejos de tener una perspectiva pesimista del amor, creo sinceramente en su poder transformador que opera en el mundo cotidiano, concreto y en el día a día cuando nos relacionamos aquí y ahora, de forma afectiva y efectiva.
La idea de un amor estático está arraigada en la mayoría de personas, de modo consciente o inconsciente. Sin embargo, el amor en la realidad es móvil, incluso volátil. Incluso, solemos creer que cuando hablamos de amor, nuestro interlocutor comprende el amor de la misma manera, y ello no suele ser así. Esto provoca discusiones, mal entendidos e incluso peleas ante las que muchos optan por hacer mutis por el foro, pero con ello no solucionamos nada pues más vale una pelea o discrepancia que un acuerdo confuso. De ahí que el factor comunicación es vital y no debemos confundir con verborrea donde parece que decimos mucho sin estar diciendo nada.
Otros fantasmas que debemos despejar tienen que ver con el amor como algo que nos ocurre, cuando en realidad es algo que construimos y que ello implica integrar los claroscuros del amor pues “la felicidad es relativa y cambiante ya que sube y baja e incluso se estanca”. El amor se acaba o atrofia si no lo trabajamos y cuidamos, no es totalmente excluyente pues podemos amar a más de una persona a la vez y el saber que ante circunstancias adversas, el amor puede desertar también, es un conocimiento que nos ayudará a cuidar mejor el amor.
Si vemos el amor como algo absoluto e inalterable, las fallas o contradicciones a mi idea del amor, en seguida aparecerán. La convivencia cotidiana pronto destruirá las ilusiones y sobrevendrá la decepción. Y cuando la realidad nos confronta, es cuando solemos decir: “no me ama de verdad”, en lugar de observar que “mi creencia sobre el amor es irracional y necesita ser ampliada y aterrizada”.
Nos despedimos de todos los lectores con una invitación a celebrar el amor en grande, no solo con su pareja sino primero consigo mismo y luego con todas las interrelaciones que tenemos porque siempre son nuestras maestras.
Dra. Marianela Ruiz Cabezas
Quito, 14 de febrero de 2022