Descalificación

Escrito por Carina Karpel

Hace mucho tiempo atrás, en mis épocas de estudiante universitaria, me gustaba pasar las tardes de invierno leyendo en un café… me sentaba en esos lugares ruidosos donde la gente animadamente charla y entre murmullos lejanos, yo estudiaba. Corrían los 90… En la mesa de al lado a la mía, se habían sentado una mamá y una hija. Comían. La mamá, gorda, sin gracia, engullía un enorme y chorreante sándwich mientras la hija, de no más de 8 años, la miraba. Una miraba al sándwich, la otra miraba a la que miraba el sándwich. No se miraban. Más tarde entendí que tampoco se veían. La mamá, ensimismada, no veía más allá de la panceta y la mayonesa mientras la hija le preguntaba con los ojos, palabras nunca dichas.

Yo, entretanto, no podía dejar de mirar: ese desencuentro, esa soledad. La escena me atrapaba como un imán, me dejaba prendida y llena de angustia, impotente . Sentía el dolor de esa nena, detrás de esa carita llena de chocolate. El dolor de su alma sola. La nena intentaba una y otra vez: movía sus manos sus pies su pelo…pretendiendo mover a una madre quieta, ausente. Quedé hipnotizada, inmóvil, deseando que la mamá abrazara a su hija y le dijera cuanto la amaba. Deseando un encuentro de miradas húmedas.

Qué vi en eso que vi? Por mucho tiempo me lo pregunte… qué lloraba en mi ese día gris? Hoy sé: El dolor de la descalificación (más aun si se trata de una madre a una hija) morará por siempre en las entrañas de quien lo padeció. 1/5 Descalificación Escrito por Carina Karpel No “ver “ al otro , es uno de los modos posibles de la descalificación. Quien descalifica sepulta al otro, lo anula, ya sea con una palabra, o con la falta de palabra.

Son respuestas que lo dejan en un lugar de invalidez. Quien descalifica niega al otro en su valor, en su singularidad única e irrepetible, en su individuación e individualidad, no discute , no intercambia; variantes estas que hablarían de la presencia de otro con voz propia. Si discuto, te reconozco. Si intercambio, te escucho. La descalificacion no da crédito a esa otra voz. Este aplastamiento de la subjetividad no puede ser sin consecuencias para ninguno de los dos términos involucrados en esta dialéctica, ni sin causas. No cualquiera puede ser objeto de una descalificación. Quien lo es, padece seguramente una propia descalificación. Una voz interna le habla de su poca valía, y encuentra su voz “proyectada” en aquél que encarna el lugar de quien descalifica. Quien “padece” siente en general que nada tiene que ver con eso de lo cual es objeto. Se resiste a escuchar esa propia voz que maltrata, agrede, anula. Quien es descalificado es entonces asimismo un descalificador. Nadie puede ser objeto de maltrato si no infringe sobre sí mismo de una u otra manera algún modo de maltrato.

No recepcionará de afuera lo que no está adentro. Será necesario un acto de valentía para encontrarse con esta propia desvalorización. Sin un trabajo profundo sobre estas propias voces, no habrá manera de acallar a las demás. Hasta que no se enfrente con los propios fantasmas, los proyectará y lo acosarán desde afuera figuras siniestras y monstruos aterradores. No se puede vencer a un enemigo en ausencia. 2/5 Descalificación Escrito por Carina Karpel Entonces, quizá, se preguntara: De donde vienen estas voces, que están en mi? Provienen de las mas tempranas vivencias… Lo que ha sufrido de niño: voces descalificantes, desacreditación, deshonra, crítica, falta de credibilidad, falta de valoración,(ya sea desde los progenitores, o quienes hayan sido adultos significativos para el niño), lo vivenciado tendrá efectos en la imagen que la persona se habrá hecho de sí misma. El haber vivido una incapacitación, lo dejara en posición de seguir recibiendo solo maltrato, dado que es lo que merece, y tenderá a vivir (repetir) escenas en donde no se merezca nada bueno. Alguien que es decalificado siente que no lo quieren y como consecuencia tendrá dificultad en quererse, en creer en él, en valorarse, en no excluirse. Es fruto de una violencia psicológica de la cual quedarán secuelas que tiñan su futuro accionar.

Está claro que dicha “voz interna” es la interiorización de una voz que tiene sus raíces en los vínculos más primarios, vínculos en donde alguien encarnó dicha mirada desautorizante, mirada que ahora, ya le es propia. El panorama es más difícil aún cuando la persona no “registra” esta desvalorización, este maltrato, del cual es objeto. Está tan acostumbrado que es parte de su cotideaneidad. Es casi como caminar en un zapato dos talles más chicos pero ya, por costumbre, no se siente ni incomodidad ni dolor. Que no haya “conciencia” de ese dolor, no significa que no traiga consecuencias, en su psiquismo y en su comportamiento. Que no sienta el zapato apretado no será suficiente para que no forme un callo. Ocurrirá que vera el callo y no lo asociara con el zapato apretado, porque jamás sintió dolor.. con lo cual el callo se transformará en un jeroglífico que deberá poco a poco descifrar para “entender” su origen y causalidad. Por otra parte, está el “descalificador”. Este deberá encontrar un sujeto en donde su accionar tenga algún lugar de receptividad. 3/5 Descalificación.

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